GH20: UNA GALA 2 QUE POR FIN ENCAMINA EL FORMATO… PERO CON ERRORES QUE PESAN
El programa estuvo centrado donde tiene que estar: la convivencia. Por fin vimos roces, estrategias en ciernes, tensiones que empiezan a formarse y esos momentos domésticos que son oro puro cuando sabes contarlos bien. La gala tuvo una estructura clara, sin parones de 20 minutos para nada, y eso se notó. Sinceramente: por primera vez sentimos que GH20 ha empezado de verdad.
Pero claro… esto es GH. Y GH tiene una habilidad maravillosa para sabotearse.
La expulsión de Aroa fue uno de esos momentos que te dejan con una mezcla de cabreo y alivio. Cabreo, porque era una candidata perfecta para arrancar conflictos y juego dentro de la casa. Y alivio, porque el formato, al menos esta vez, tuvo el reflejo de no mandarla a su casa definitivamente y la envió al Oasis, donde puede convertirse en una pieza clave.
Pero aun así, no nos engañemos: fue injusto. Y lo sabes. Y lo sé. Y lo sabe cualquiera que haya visto la gala sin mirar Twitter cada 30 segundos.
Aroa tenía muchísimo más que ofrecer que otros concursantes que siguen dentro sin haber aportado nada más que oxígeno y masa corporal. Pero bueno, esto es GH: lo que decide una audiencia en piloto automático no siempre coincide con lo que necesita el concurso para arder.
¿Y quién tuvo la idea de las nominaciones por parejas? Porque merece un premio. Un premio, pero a la peor decisión del día.
Las nominaciones individuales son la esencia de GH: ver cómo se derriten, cómo dudan, cómo intentan justificar lo injustificable. Pero cuando nominas acompañado… pues no nominas: te escondes. Queda más descafeinado que un café de gasolinera. Se pierde tensión, se pierde estrategia, se pierde el “momento confesionario” que es prácticamente religión en este formato.
Si GH quiere recuperar identidad, que empiece por aquí: cada concursante, solo, frente al pulsador. Punto.
Y ahora hablemos del tema que todos intentan evitar como si fuera Voldemort: las audiencias. Porque sí, amigos… están mal. Muy mal. Históricamente mal.
La gala se marcó un mínimo que ni en los peores momentos del formato. El diario, peor aún. Y la tendencia no acompaña. Y es normal que haya nervios porque esto no es un tropezón: es un síntoma.
La gente no está conectando con la edición. Y no es culpa del casting, que es potentísimo. Ni de la casa, que es la mejor en años. Aquí hay una tormenta perfecta:
La edición empieza en noviembre, cuando siempre ha sido de septiembre.
Está compitiendo con La Isla de las Tentaciones, que en redes es un tsunami imposible de parar.
Hay quien sigue enfadado con lo del año pasado: Maica expulsada injustamente, decisiones discutibles, ganadores escogidos por guionistas más que por audiencia… y eso pesa, aunque Telecinco haga como que no.
Y a todo esto se suma la realidad: cada año menos gente ve la tele, y si encima eres Telecinco, pues peor.
Lo triste es que este casting no se merece estos datos. Ni esta casa. Ni los buenos momentos que empiezan.
La Gala 2, siendo sinceros, fue una buena gala. Bien llevada, bien montada, con convivencia, con ritmo y con decisiones que al menos generaron movimiento.
Pero está encerrada en una edición a la que el público no está dando ni una oportunidad. GH20 es como ese estudiante brillante que saca sobresalientes… pero al que nadie ve porque se sienta al fondo.
Aún están a tiempo de reenganchar a la audiencia, pero necesitan decisiones claras, contundentes y rápidas.
Esta edición tiene madera, tiene personajes, tiene espacios, tiene posibilidades.
Sólo falta que el formato deje de hacerse daño a sí mismo y permita que brille.
GH20 puede remontar. Aunque cada día tengo más mis dudas.
La pregunta es: ¿quieren dejarle?
Puedes votar por tu favorito y por tu expulsado de la semana en las encuestas del lateral izquierdo.
El Confesionario de Juanfran.






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