GH20: UNA GALA 1 ENTRE EL DESASTRE… Y LA ESPERANZA

 


La gala de estreno de GH20 ha sido un carrusel emocional, pero no de los que te dejan con la boca abierta, sino de esos que te hacen decir: “¿Para esto he estado esperando un año?”. Y es que la sensación general fue que el ritmo se arrastraba como si hubieran puesto la gala en cámara lenta. Lo de los dos hermanos que no se hablan —que se comieron literalmente una hora de programa— me pareció uno de los momentos más anticlimáticos que recuerdo en un estreno del formato. Para colmo, toda esa hora para que al final uno de ellos dijera que no entraba. En serio… ¿nadie pensó que esto podía gestionarse de otra manera?



Encima las entradas fueron un bajón tremendo. Ni emoción, ni tensión, ni un mínimo de espectáculo. Los concursantes iban entrando como quien va a firmar un paquete en Correos. Y mientras tanto Jorge Javier con un tono tan serio y plano que parecía más preocupado por no tropezarse que por transmitir emoción. Vale que GH no es fácil de presentar, pero en una gala 1 necesitamos a un presentador que marque el tono, que empuje la emoción, que contagie ganas. Ayer, cero.

Y no hablemos de la famosa “feria” exterior con la que llevaban días vendiéndonos humo… que al final quedó en un quiero y no puedo. Nada espectacular, nada emocionante, nada que nos hiciera levantarnos del sofá. Lo mismo de siempre: ideas muy buenas sobre el papel que acaban quedándose en nada por falta de emulsión. Lo de los guionistas empieza a ser un problema serio. GH lleva AÑOS sin una gala de estreno a la altura del formato, y lo de ayer lo confirma. Improvisación total, falta de estructura y cero intención de sorprender.

Y cuando ya pensábamos que igual el interior compensaba, llegamos a la sala de expulsiones… y resulta que es exactamente la misma, pero peor iluminada, peor decorada y con menos alma. Una sala cutre para un GH20 que debería aspirar a todo menos a reciclar espacios sin alma.


Porque sí, la gala fue un desastre en muchas cosas… pero la casa. Madre mía, qué casa. Se han dejado medio presupuesto del país ahí dentro y se nota. Es luminosa, inmensa, moderna sin ser fría, con identidad propia, y por primera vez en muchísimo tiempo, es una casa que sorprende. Los espacios se ven espectaculares, el ventanal de casi 100 metros cuadrados deja sin aliento, el invernadero es una locura y la integración del confesionario elevado es una de las decisiones más valientes que ha tomado el programa en años. Aquí sí han sido ambiciosos. Aquí sí hay cariño. Aquí sí hay innovación. Aquí sí han tirado la casa —literalmente— por la ventana.


Y el casting… qué casting. Aquí sí han acertado de pleno. Perfiles distintos, potentes, raros, intensos, cañeros, incómodos, interesantes. No hay ni un solo concursante que parezca elegido por compromiso. Cada uno tiene un perfil que puede despuntar. Y eso, después de años rozando la repetición y la previsibilidad, es aire fresco puro.

Recomiendo a quien no haya visto los perfiles de Telecinco que lo haga, aunque los vídeos de presentación parezcan hechos por canva. Se nota que este GH20 quiere volver a tener personajes memorables, gente que dé contenido, que se moje, que discuta, que construya y destruya alianzas. Que haya de todo: humor, conflicto, intensidad, drama, juego y caos. Eso es Gran Hermano.


La gala 1 ha sido un “esto no puede volver a pasar”. Mala estructura, mala escaleta, mala narrativa… pero con dos pilares tan sólidos (una casa sobresaliente y un casting brillante) que el formato aún puede remontar rápido si se ponen las pilas. GH20 tiene las armas para convertirse en una edición histórica, pero como sigan dejándolo todo en manos de galas improvisadas y decisiones de guion que no llevan a nada, desperdiciarán el que puede ser el mejor casting desde GH16.

Lo que está claro es que lo que falle fuera se puede arreglar; pero lo que falle dentro es irreparable. Y este GH20, por primera vez en muchísimos años, empieza con un interior que promete muchísimo.

Veremos si lo saben aprovechar… o si lo vuelven a tirar todo por la borda.


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El Confesionario de Juanfran.

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