GH12: CAOS, BRONCAS Y LAURA CAMPOS AL FRENTE DE TODO
Hay ediciones que marcan época, y GH12 no fue la mejor, pero sí de las más jugosas. Nos regaló a una protagonista que reventó todos los esquemas y un casting lleno de personajes que daban contenido sin parar. Vamos, que si no te enganchaste fue porque estabas en "modo off" o aún no tenías Twitter.
Laura Campos, la reina de la edición
¿Protagonista? No, prota absoluta. Laura Campos se sentó en el confesionario y, con más lágrimas que maquillaje, le dijo a su novio de fuera (Samuel) que hasta aquí habían llegado. Que se había enamorado de Marcelo, su compañero de encierro y tormenta emocional en estado puro. Fue el plot twist de la temporada y, aunque nos explotó el corazón (y un poco la cabeza), nos dio una de las tramas más virales de la historia del reality. Su paso por la casa fue una mezcla de drama, sinceridad, gritos, pasión y… ¿toxicidad? También, pero ¿y el entretenimiento qué?
Patricia, la risa en bucle
Cada edición tiene a su bufón adorable, y en GH12 fue Patricia. Un torbellino andaluz de carcajadas eternas y momentazos. En la casa fue como un after sin alcohol: puro descontrol, pero entrañable. Se fue injustamente pronto y aún lo seguimos lamentando.
Chari y Rubén: amor, celos y ruptura televisada
Este dúo nos regaló la toxicidad en alta definición. Entraron como pareja, pero en cuanto se separaron en las dos casas (porque sí, esta edición tuvo la brillante idea de dividir a los concursantes entre una casa normal y una casa del futuro), a Chari se le empezó a olvidar que tenía novio. Peligro, Chari activado. Lo mejor es que él salió sin saber nada de lo que había pasado en la otra casa, ya que Chari no se lo contó, y ya en plató descubrió el pastel. Discusiones, reproches, reconciliaciones, más discusiones, más reproches… Un bucle digno de serie turca.
La Casa del Futuro
Uno de los elementos diferenciales de esta edición fue la Casa del Futuro. En teoría era una maravilla tech, en la práctica parecía un showroom de IKEA mal iluminado. Todo blanco, jardin precioso, camas raras… todo muy "guau" y fue una de las casas mas diferentes de Gran Hermano. Junto con que fue la primera vez que el logo de Gran Hermano cambiaba.
Eso sí, el concepto de la edición dio juego. Los habitantes de ambas casas jugaban a ciegas, con desconocidos al otro lado de la pared, creando alianzas sin cara, solo con intuición (y chismorreo).
El Confesionario de Juanfran.
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