Gala 8 de Uno de GH20: cada vez menos que comentar, pero aún algo que salvar
La verdad, queridas y queridos confesionales… ya no sé ni qué contaros. Estamos en la gala 8 de Uno de GH20 y el reality está más seco que el césped del jardín después de una ola de calor.
No es hate gratuito, es la realidad: esto no ha resultado ser lo que se esperaba. Tenía pintaza al principio, con perfiles curiosos, algún pique prometedor y la emoción de pensar que alguno acabaría cruzando las puertas de la casa de GH20. Pero conforme pasan las semanas… parece más bien una residencia de aspirantes al aburrimiento.
Eso sí, algo bueno hay que celebrar (por fin): el casting está cerrado.
Sí, sí, como lo lees: no entrará ningún aspirante más. Ya está. Se acabó el desfile de desconocidos que nos hacen pensar “¿y este de dónde ha salido?”. La última en entrar fue Livia, una salmantina de 46 años que ya ha dejado claro en sus primeras horas que es más tiquismiquis que un jurado de MasterChef. Y, sinceramente, eso nos viene de lujo. Porque si algo necesitamos aquí son roces, manías, y algún que otro “¡no me hables así!” para animar la cosa.
Una discusión en la casa del Uno es oro puro, y Livia parece venir con el detector de migas en la encimera y el de pelos en el baño bien calibrado.
Por desgracia, no todo son buenas noticias.
En la otra cara de la moneda está la expulsión de Nora, que era, sin exagerar, la mejor aspirante de todo el concurso. Una mujer con carisma, con actitud, con ese algo que en GH brilla y que aquí, por lo visto, la audiencia no sabe reconocer.
Yo cada vez entiendo menos lo que vota la gente —y cuando digo “la gente” hablo de los cuatro gatos que quedamos viendo esto, porque tampoco vamos a fingir que esto tiene audiencias de prime time—.
Pero de esos cuatro, parece que dos votan mal, uno vota al azar y el otro simplemente se aburre.
Nora lo tenía todo para entrar en GH20: personalidad, presencia y juego. Pero no, se ha ido. Y con ella se ha marchado un poquito del alma del programa.
Así que ahora solo nos queda aferrarnos a Daniela como última esperanza. Si hay justicia divina (o al menos televisiva), debería ser ella quien consiga su pase a GH20.
Aunque siendo realistas… viendo cómo van las votaciones, me da que el que acabará entrando será Joon.
Y oye, nada contra el chico, pero a este paso GH20 se va a parecer más a una residencia Zen que a un reality.
En fin, que Gala 8 de Uno de GH20 deja pocas emociones, pero sí una certeza: ya conocemos a todos los candidatos, el juego está cerrado y las cartas están sobre la mesa.
Ahora solo falta que el público —si es que queda alguno despierto— acierte por una vez.
Hasta entonces, seguiremos aquí, comentando, suspirando y soñando con que algún día vuelva el caos, el griterío y la magia de los grandes castings de GH.
Porque sinceramente… este Uno necesita un poco menos de paz y un poco más de maldad.
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El Confesionario de Juanfran.




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