GH16: LA ÚLTIMA GRAN ERA DE GRAN HERMANO

 

Antes de que Mediaset decidiera transformar Gran Hermano en un spin-off caótico de sí mismo, tuvimos GH16. Una edición que lo tuvo TODO: amor, traición, broncas legendarias, lloros, muebles que se desmontaban solos y una ganadora que se convirtió en historia viva del formato.

Sí, la Sofi. Pero espera, que ahora vamos por partes.

Casting de oro: personalidades que se comían la cámara

Lo de GH16 fue un casting de esos que ya no se ven. Una mezcla explosiva de locura, ego, belleza y guerra fría emocional, donde cada semana te sentías en una telenovela distinta.

Teníamos a Amanda, la choni de oro, que sacaba zascas como quien reparte flyers. A Raquel, la diva clásica, que parecía escapada de un culebrón turco con mirada letal y perfil de reina destronada. Y luego, claro… estaba ella: Sofía Suescun, el huracán con complejo de protagonista (con razón), que no tardó en adueñarse del concurso con una mezcla de carisma, toxicidad y magnetismo animal.


Yo fui de Amanda y Raquel, lo confieso…

Lo admito. Durante el concurso mi corazoncito estaba con Amanda y Raquel. Una por lo bocazas y divertida; la otra, por esa actitud de mujer fatal rodeada de petardas. Nos dieron show, sí… pero también nos vendieron una narrativa que con el tiempo acabó chirriando más que la puerta del confe.

Porque al final, las caretas caen. Y cuando una edición es tan potente como GH16, no puedes quedarte solo con las apariencias o con lo que te entra bien en la gala del jueves.


La Sofi: de odiada a ganadora histórica
Lo de Sofía fue una lección de reality. Entró sin filtro, con la madre al lado, con una relación que era un cuadro y un ego del tamaño del plató de Guadalix. Pero ¿sabéis qué? Jugó como nadie. Se enfrentó a todos, aguantó chaparrones que habrían tumbado a otros concursantes, y supo levantarse y seguir.
Fue pasional, sí. Fue posesiva, a veces. Pero fue auténtica, impulsiva y entregada al formato como pocas veces se ha visto. Y eso, amigos, en Gran Hermano se premia.
Yo fui el primero en criticarla, en no soportarla al principio. Pero cuando las piezas del puzzle encajaron, cuando la verdad salió a flote… entendí que el maletín no podía ser para otra. Era su edición, su historia, su momento.

Momentazos inolvidables
Las discusiones de Raquel y Sofía, donde volaban puñales verbales de un lado a otro sin pestañear.
La relación entre Sofía y Suso, esa historia de amor/tensión sexual/odio mutuo que era como ver un capítulo de Élite sin guion.
Maite, la madre más surrealista de la historia del formato, que se fue demasiado pronto pero dejó huella con una sola frase: ¡Che Che documentación, che che la papela del camión!

Una final de altura (con una reina coronada)
El día de la final fue puro fuego. Sofía arrasó con más del 60% de los votos y demostró que la audiencia aún sabe premiar a quien da juego, aunque no sea perfecta. Porque Gran Hermano no va de ser simpático ni de pasar desapercibido, va de vivir la experiencia al máximo, aunque te cueste amistades, dignidad o el flequillo.

¿La última gran edición?
Sí. GH16 fue la última vez que sentimos que el formato estaba en plena forma, con todo lo que lo hacía grande: 24h real, debates con contenido, galas con ritmo, una casa llena de historia y con la gran Mercedes Milá.
Después vendría GH17, y ahí... bueno, mejor lo dejamos para otro post.


¿Tú también cambiaste de bando como yo? ¿Fuiste Team Sofía desde el minuto 1 o te ganó poco a poco? ¡Cuéntamelo en comentarios, que esto da para debate! Y recuerda: en GH se puede cambiar de opinión… pero jamás se olvida quién lo dio todo.


El Confesionario de Juanfran.

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