Uno de GH20: Gala 6 — Entre la ilusión perdida y las ganas del verdadero Gran Hermano

 


Tenía que llegar el momento de decirlo, y hoy lo digo alto y claro: me está costando seguirle el ritmo a Uno de GH20. Pero vayamos por partes, porque la Gala 6 nos dejó algunas luces, aunque también muchas sombras.

Empezando por lo positivo, tengo que reconocer que me encantó ver a exconcursantes de ediciones anteriores (por fin, no de GH19) conectando por videollamada con los aspirantes. Ya era hora de que el formato abriera un poco el abanico y recordara que Gran Hermano tiene más historia que solo la última edición. Fue refrescante ver caras conocidas de otros años aportando su granito de arena, lanzando preguntas y consejos a los actuales aspirantes. Por un momento, se respiró auténtico GH, y eso se agradece.




En cuanto a la convivencia, Gloria ha llegado pisando fuerte, con actitud, presencia y ese toque de reality que tanto necesitamos. Su entrada fue una inyección de energía que la casa pedía a gritos. Y ojo, porque empezó con coqueteo incluido con Daniel, aunque la carpeta se rompió tan rápido como empezó, ya que Daniel fue el expulsado de la noche. Una pena, porque parecía que empezábamos a tener una trama interesante… pero como todo en Uno de GH20, lo poco que se construye, se desinfla enseguida.



Por otro lado, Nora sigue siendo la joya del programa. Es la única que mantiene el alma del formato: espontánea, directa, divertida y, sobre todo, impredecible. Esta semana la vimos más vulnerable, afectada por su nominación y con miedo a irse, y fue bonito ver esa otra cara suya. Pero incluso en sus momentos bajos, Nora da televisión. Y eso, hoy en día, es oro puro. Como bien dijo Nagore, todo reality necesita una concursante como ella.



Ahora bien… llega el momento de ser honestos.

Yo, que he defendido este proyecto desde el primer día, ya estoy bastante cansado de cómo se está desarrollando Uno de GH20. La idea de un “pre-reality” me parecía original, una forma de calentar motores antes del regreso del verdadero GH. Pero la ejecución se ha quedado a medio gas.

- El 24 horas es soporífero la mayoría del tiempo.

- Las pruebas semanales no tienen sentido ni ritmo.

- Las galas se dispersan, pierden foco, y acaban dedicando más tiempo a exconcursantes de GH19 que a los verdaderos protagonistas.

Sinceramente, si querían hacer una Re-vuelta con los de GH19, que lo hubieran hecho y listo, pero no nos vendan esto como un casting abierto al público cuando todo está centrado en ellos. La dinámica es repetitiva, sin giros ni emoción. No hay ese punto de tensión, de sorpresa, de “qué pasará ahora” que hace grande al formato.


Y lo peor es que, como fan del programa, me duele decirlo. Yo quería ilusionarme, comentar, vibrar con cada gala, sentir que estábamos volviendo a los orígenes del mejor reality del mundo. Pero lo único que siento últimamente es que estoy deseando que esto termine para que empiece lo que de verdad importa: Gran Hermano 20.

Porque sí, lo sigo pensando: GH20 tiene que ser EL GRAN REGRESO.

La oportunidad de devolvernos el directo, la convivencia real, la emoción de las nominaciones, las tramas naturales y esa esencia que solo el ojo puede ver.

Que aprendan de los errores de Uno de GH20 y construyan algo grande, con una casa espectacular, un casting diverso y un ritmo que nos devuelva la adicción que teníamos por las galas de antaño.

Y mientras tanto, aquí seguimos, los de siempre, viendo cómo este “experimento” llega a su recta final, esperando que al menos nos deje un último buen sabor de boca antes del auténtico regreso del formato que amamos.



¿Y tú? ¿Sigues con ganas de Uno de GH20 o ya estás tachando los días para la vuelta del verdadero Gran Hermano?

Porque yo, sinceramente… tengo ganas de casa. Ganas de vida en directo. Ganas de GH20.


El Confesionario de Juanfran.

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