GH17: EL ÚLTIMO BAILE CON LA MÚSICA UN POCO DISTORSIONADA


 Si GH16 fue el último gran show con alma, GH17 fue el primero con resaca emocional. Y no porque faltara salseo (que lo hubo), ni porque el casting fuera flojo (para nada), sino porque perdimos a nuestra brújula, nuestra guía espiritual, nuestra madre de Guadalix: Mercedes Milá.


El vacío que dejó Mercedes

La salida de Mercedes fue un puñetazo directo en el corazón del formato. Nos metieron a Jorge Javier como presentador, y aunque hizo lo que pudo, el espíritu rebelde, pasional y a veces descontrolado de Milá no se reemplaza con chascarrillos de plató. Aquello fue como cambiar a tu abuela por una tele nueva. Sí, se ve bien... pero ya no hay croquetas ni amor.
La edición arrancó con polémica desde el minuto uno. Un casting con mucho ruido y alguna joya, donde el grito era constante, la estrategia brillaba por su ausencia y los bandos se formaban más rápido que en una guerra civil.


Adara, la protagonista que no me vendieron

Lo voy a decir claro, sin rodeos y sin miedo a las masas: yo a Adara no la soportaba. Ni dentro ni fuera. Ni en 2016 ni ahora. Y no es hate gratuito, es que su concurso me pareció el clásico ejemplo de “mucho llorar, mucho gritar, poco juego real”.
Sí, fue protagonista, nadie se lo quita. Pero en mi confesionario la protagonista se gana con estrategia, coherencia y evolución. No solo con volumen y lágrimas. Fue el centro de muchas tramas, sí. Pero más por lo que provocaba en los demás que por lo que aportaba en sí misma. Y eso, para mí, no es suficiente.


Bárbara, la villana que merecía el maletín

Y aquí viene el giro de guion: Bárbara tampoco me caía bien, pero qué concurso nos regaló, señores. Una jugadora nata, fría, inteligente, con carácter y sin miedo a plantar cara a nadie. Era la enemiga pública número uno dentro de la casa, pero también la que llevaba la historia a cuestas.
En otra edición, sin los dramas personales que la obligaron a salir, habríamos tenido una ganadora histórica. Y lo digo yo, que no era fan, pero su concurso es de esos que con el tiempo se revalorizan como vino bueno.


Clara, mi reina sin corona

Ahora sí, mi corazoncito de confesor late por ella: Clara fue mi favorita. Temperamento, autenticidad, humor y esa capacidad de defender lo suyo sin necesidad de montar el show por el show.
Era intensa, sí. Pero tenía un aura especial, una forma de estar en la casa que la hacía humana, cercana, real. Y si bien no llegó tan lejos como merecía, para mí siempre será la ganadora moral de GH17.


Bea, la ganadora ni bien ni mal

Y entonces llegó Bea. "Naranjita la Lía", con su pelo chillón, su risa contagiosa y ese estilo tan suyo que encantó a muchos y dejó fríos a otros tantos.
¿Mereció ganar? Pues… ni bien ni mal. Hizo su concurso, no fue mueble, tuvo momentos divertidos y se mantuvo firme en su grupo. Pero también es cierto que había concursantes con más peso narrativo, más historia, más guerra librada. Ganó porque supo sobrevivir y conectar con un público amplio, y eso ya es mérito.


GH17: Entre la nostalgia y el caos

Esta edición nos dejó muchas sensaciones encontradas. Fue intensa, a ratos caótica, a ratos brillante. Se notaba que el formato aún tenía fuerza, pero ya empezaba a mutar en algo distinto, más enfocado al plató que a la casa, más al grito que a la estrategia.
GH17 fue como un último baile con la música un poco distorsionada. Te lo bailas igual, pero sabes que algo se ha roto.




¿Fuiste #TeamAdara, #TeamBárbara o, como yo, viste a Clara como la joya oculta de la edición? ¿Crees que Bea merecía el maletín? ¡Dímelo en comentarios, que GH17 aún tiene tela que cortar!



El Confesionario de Juanfran.

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