GH15: LA EDICIÓN QUE PARECÍA UNA NOVELA... Y VAYA NOVELA

 


Hay ediciones que se ven, otras que se disfrutan… y luego está GH15, que se vivió como un culebrón en directo. Y no cualquier culebrón, no. De los buenos. De los que no te dejan pegar ojo, de los que comentas en Twitter hasta con gente que no conoces.

GH15 fue la prueba de que cuando el casting está sembrado, no hace falta inventarse tramas: las historias nacen solas… aunque el programa ya empezara experimentando con eso de "GH15 se vive en compañía".

Sí, amigas y amigos: la edición de la convivencia en parejas. Y ahí es donde entra nuestra trinidad dramática favorita: Paula, Omar y Lucía.


El triángulo más tóxico que nos hizo trasnochar


Todo comenzó con Paula y Omar como compañeros sentimentales la primera semana. El chico, con su pose de malote medio interesante, y ella, con su mundo de colores y unicornios. Se gustaron, se liaron, y parecía que todo iba viento en popa... hasta que llegó la bomba: Lucía, la ex de Omar, entró en la casa como pareja de concurso de Paula.

Fue antes del mítico 4 de octubre. Porque Lucía entró en la gala anterior, y en vez de entrar en plan “ay, qué nervios, una experiencia nueva”... no: entró a ajustar cuentas, a marcar territorio y a remover el avispero. Y lo removió.

Lo que vino después fue una locura emocional que nos tuvo pegados al 24 horas como si estuviéramos viendo un maratón de telenovelas. Omar dejó a Paula la noche del 4 octubre y se fue con Lucía.

Esa historia fue gasolina pura para la edición. Los vídeos, las miradas, los reproches... era oro. Uno de los momentos más intensos y recordados en la historia reciente del programa.


Paula: me sacaba de quicio... pero no se puede negar lo evidente.


Lo dije en 2014 y lo mantengo: yo no fui nunca fan de Paula. Su intensidad me agotaba, esa voz de flauta, su mundo psicodélico, su forma de vivir las cosas como si estuviera en una fiesta rave emocional constante… me ponía nervioso.

Pero también te digo: nadie puede quitarle el mérito de haber sido la protagonista absoluta de su edición. Todo giraba en torno a ella. Supo canalizar el drama, conectar con la audiencia y ganarse el maletín sin despeinarse y con su mítica frase "Muero de amor".



Azahara: la paz en mitad de la tormenta


Y mientras todos se mataban, se gritaban y se besaban con odio… apareció Azahara. Calmando, observando, viviendo su concurso a su manera. No es el perfil que suele enamorarme (yo soy de concursantes con garra), pero Azahara tenía luz. Era coherente, sensible, natural como el yogur griego sin azucarar.

No necesitó escándalos ni triángulos amorosos para hacerse hueco (aunque si hubo en realidad, recordemos el "Yo a Tarifa y tu a Nueva York" que terminó años después con dos criaturas en el mundo). Fue la voz tranquila y con valores, la que hablaba con la verdad, sin forzar nada. Y eso, en GH, también se valora.



Casting puro, del de calle


GH15 tuvo un casting que olía a calle. Nada de influencers ni buscafama, sino gente normal, auténtica, de las que se cruzan contigo en el metro o en el Carrefour. Y eso se notaba.

Había salseo, claro. Pero también conversación, estrategias, alianzas, conflictos... un equilibrio que hoy en día cuesta encontrar. Era la mezcla perfecta entre reality clásico y novela humana. Y nos dieron momentazos que aún recordamos una década después.



GH15 fue emoción, fue caos, fue verdad. Una edición que nos tuvo pegados a la pantalla, comentando por WhatsApp y Twitter como si fuera la final de la Champions. Una edición que demostró que cuando hay buen casting, no hace falta forzar nada. Solo sentarte y dejarte llevar.



¿Tú también viviste la historia de Paula, Omar y Lucía como si fuera un drama de Netflix? ¿Eras de Azahar, las primas o team Paula hasta la muerte? ¡Te leo en comentarios, que este post tiene mucho que debatir!



El Confesionario de Juanfran.

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